A veces pasa que de repente un día que parece normal empieza a ser único, un día que tenia pinta de ser horrible se vuelve intenso. ¿Son las cosas que pasan o es la capacidad nuestra para ver las cosas que pasan? Alguien hoy ha dicho: “La belleza esta en los sitios más inesperados”, o algo similar, soy incapaz de reproducirlo literal, tengo memoria de pez para los nombres, para el titulo de una canción o para una frase dicha en el momento, pero recuerdo con nitidez la imagen, la sonrisa, las sensaciones mías y las de los demás. Lo ha dicho al contemplar una escena rutinaria para muchos, única bellísima e intensa para unos pocos, una escena que nos ha sacado del nivel de concentración de una semi rutina y ha centrado la atención dejándonos sentir durante un instante maravilloso la intensidad de la ternura diaria. Un padre que lleva caminando a su niña de ¿2? años cogida por las dos manos, la ternura del acompañamiento del padre fundido con la seguridad sentida por la niña que se lanza al descubrimiento de un mundo mágico. Caminantes paralelos de una vida que acaba de empezar, el descubrimiento del mundo a través de otros ojos. Mientras tanto he compartido un espacio de aprendizaje y reflexión profesional que no se da todos los días, aprender y descubrir que las potencialidades de los demás pueden cambiar no sólo sus vidas, sino el mundo reafirma mi compromiso con la sociedad, mi compromiso de lucha. De vuelta a la oficina y sin embargo pequeños espacios de relax, de buen rollo musical y algunas risas, mucho trabajo y recibir, empaparse de la energía de los demás de los que incluso en la mayor de las desesperaciones en una sonrisa encuentran la motivación para seguir, en tu sonrisa. Tarde de acción política y nuevos e inesperados encuentros. Hombres que pasan de los 70 conversando en un banco y compartiendo conmigo a la luz del sol de la primavera madrileña las experiencias de su vida, su visión del mundo, la desilusión sufrida y la ilusión renovada cuando oyen hablar de la posibilidad del cambio con tanta pasión. Ruborizada... Sonrisas y miradas que se cruzan por la calle, pasos que camina paralelos y luego se pierden, conversaciones cogidas al vuelo…Y por fin en casa, nuevas imágenes, nuevas sensaciones. Fotos que te hablan y canciones que te tocan. Gatos que se pelean por una aceituna. Abrazos perdidos y recuerdos de caricias, piropos negro sobre blanco, recuerdos nostálgicos pero nunca tristes. Ilusiones renovadas y fuerzas que se impulsan con la certeza de la lucha, luminosa, alegre y firme.
A veces comprendo perfectamente porque la sociedad se deja explotar, porque no se levanta una revolución social ante la desfachatez que nos rodea, es porque el mundo se ha vuelto gris, se ha vuelto rutinario para las personas, se nos ha olvidado como huele una flor o como se nos eriza el bello de la nuca cuando esa persona nos roza con su mano o simplemente cruzamos una sonrisa con un desconocido por la calle.
Hace casi tres años que aprendí de mis amigos de cooperación cómo es posible ver la vida desde los ojos del otro, del distinto y sin embargo seguir siendo tú, una nueva tú, una mejor tú, aprendiendo de las miradas que ven contigo. Aprendí la riqueza de ver junto con los ojos del otro. Aprendí a descubrir los maravillosos rincones del mundo en cada persona.
Las personas que desde entonces han cruzado el semáforo en rojo delante de mí (algunas nuevas, otras ya conocidas y re-descubiertas), me sorprenden en un encuentro lleno de satisfacciones y sensaciones intensas, siempre intensas, me llenan de energía, de sentidos, de imágenes, de música, de sentimientos, de olores. Aprendo y me empapo, comparto su energía para continuar mirando al mundo con la cabeza alta, con ganas de cambiarlo y llenarlo de felicidad, de solidaridad, de compañerismo, de amor, de fraternidad y de lucha. Gracias.
Un sinfín de cielos esperando soles de esperanza, para que cada ser humano vuelva a ser eso para lo que fue concebido; SER HUMANO con dos MANOs que pueden solidarizar, millones de neuronas para SER el que inicia los cambios que este mundo necesita, dos ojos para ver con HUmildad al otro...
ResponderEliminarUn gran abrazo Ana de Raúl por SER quien eres y como eres.
Gracias Raúl por tu apoyo, por tus palabras se sienten cerca a pesar de la distancia. Gracias por estar ahí.
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