Celia
tiene 7 años, esta noche no ha dormido
mucho, espera en su cama bajo una manta gorda a que los primeros rayos de luz
entren por su ventana anunciando que la noche mágica ha pasado y ha llegado la
mañana de la ilusión, la mañana de estrenar.
Celia
piensa y piensa en lo que va a encontrarse en el salón junto a sus zapatos.
Celia tiene un sueño, quiere ser periodista de guerra, cree que es necesario
que la gente conozca lo que pasa en el mundo para no repetirlo. Celia quiere ser
doctora, quiere poder curar a las personas enfermas para que su abuela no se
vaya nunca. Celia quiere ser arquitecta para construir casas para que nadie se
quede sin casa. Celia quiere ser Chef y darle de comer a las chicas y chicos de
su barrio. Celia quiere ser Presidenta del Gobierno, cree que el mundo está muy
mal organizado y quiere cambiarlo. Celia tiene un sueño, tiene muchos sueños,
pero Celia sabe que ahora es pequeña y que los sueños aun son sueños, pero
Celia quiere jugar, quiere aprender a construir sus sueños.
Celia
ha ido estos días a unos almacenes llenos de juguetes, sus papas la han llevado
allí para que decida como quiere construir sus sueños. Celia no está contenta,
en la tienda se sintió rara, quería buscar los juguetes para cumplir sus
sueños, pero resulta que eran juguetes para niños y claro Celia no es un niño,
Celia es una niña. Celia se sintió frustrada, aunque no sabe lo que es eso.
Celia ha elegido un muñeco y una muñeca para Navidad, Celia cree que debe
cambiar sus sueños para ser madre y princesa. Celia no se siente feliz, se
pregunta si es correcto lo que piensa, lo que sueña. Celia observa su mundo
alrededor, cada día compras, tiendas, anuncios, series, películas, la familia,
todo parece estar organizado para destruir sus sueños.
Celia
piensa que ese debe ser el destino de las chicas, mira a su madre con cariño, y
la pregunta: mamá -¿donde dejaste tus sueños, los perdiste una noche de navidad
en un centro comercial? Mamá, ¿y si no
quiero ser princesa? Mamá no sabe qué decir, sus sueños los perdió antes de que
pudiera recordar tarareando una canción para dormir, para dormir sueños y
comprar (des)ilusiones.
Celia
ha escrito una carta, quiere otro mundo uno en el que estudiar no le cueste a
su mamá mas escaleras que limpiar, uno en el que todos los niños y niñas de su
cole se queden al comedor para luego jugar en el patio, uno en el que su tío de
piel oscura pueda ir al médico sin sacar la cartera, como ella. Celia ha
escrito una carta y se la ha dado a sus padres, Celia cree que son ellos y no
seres de mentira los que pueden hacer que Celia cumpla sus sueños para Navidad
y en unos años será arquitecta o médica, o periodista, o Presidenta.
Entran
algunos rayos de luz por la ventana y ya huele a chocolate, ha llegado la hora
de abrir la cinta de raso roja de su regalo y construir sus sueños.