A los Barrios conflictivos, que fueron, son y los que serán...y a los y las que los pueblan y los construyen cada día.
Es domingo, un diario cualquiera abierto sobre la encimera
de la cocina mientras las tostadas se calientan y lucho contra la leche
ardiendo del desayuno. Un diario cualquiera que escupe noticias infames sobre
tipos infames que se enriquecen vilmente. Y entre ellas, el caos, el fuego, la anarquía,
el miedo, contenedores ardiendo, la guerra, la manipulación…
Barrio conflictivo te llaman, Gamonal y La Cañada de Hidum
tocan ahora, meses atrás varios pueblos mineros del norte, estela de otros barrios, otros pueblos hace años... La cortina de humo
provocada por los contenedores ardientes esconde lo que yo veo tras un barrio
conflictivo, yo veo un barrio luchador, un barrio comprometido. Barrios, pueblos que no se dejan amedrentar
por la represión, ni engatusar por caramelos bañados en ponzoña.
Tras el titular de barrio conflictivo los diarios y otros
medios de manipulación me venden, marginal, me venden cólera, me venden vándalos, me venden caos, me venden
orden por los antidisturbios, me venden prisión, me venden leyes de seguridad,
me venden miedo, me venden inmovilismo, me venden “pax social” y estado de
excepción, me venden conformismo, me venden clase media, me venden buenos y
malos…
Pero yo no compro, yo no compro porque yo escucho, veo, huelo, siento y pienso.
Escucho la voz de los vecinos y vecinas, de la gente del
barrio, del pueblo, aquellos que conocen su realidad porque la viven, aquellos
que dejan a un lado su individualismo y luchan por el bien común, por lo social
y por la sociedad.
Veo, a padres y madres con sus hijas, abuelos y nietos,
tenderos y estudiantes, parados y paradas, pero no quietas, gestoras de la casa
y obreros de la construcción, licenciados y jubilados. Veo personas que luchan.
Veo motivos más allá de la ira y la violencia. Veo razones
para salir a la calle, veo reivindicaciones vecinales de hace meses, tal vez años,
que se pierden entre el humo y los cristales rotos.
Huelo futuro en las acciones. Huelo solidaridad que sale a la calle al día siguiente, huelo valentía, no huelo miedo. Huelo la cobardía de los gobernantes que no dan la cara. Huelo una chispa que podría encender las almas, los corazones y las mentes de otros barrios, de otros pueblos conflictivos, díscolos, pensantes, luchadores, libres…
Siento su lucha, siento sus gargantas rugir, sus cazuelas
retumbar. Siento como mi piel se eriza con su causa que es la mía. Siento que
estoy allí, codo con codo. Siento esperanza
en el ambiente, siento la solidaridad que se extiende. Siento las
conversaciones de bar que desde la distancia ya no se dejan engañar por el
noticiero. Siento como aquí se cuestiona la autoridad, como se cuestiona allí. Siento
que algo cambia. Siento.
Y pienso…pienso que de verdad cada mecha enciende una llama
de solidaridad y cambio. Pienso que es posible frenar la barbarie, y construir
sociedades nuevas. Pienso que es posible eso de en cada barrio, revolución.
Pienso que estamos dando pasos adelante y que no podemos dar pasos hacia atrás,
ahora no.
Pienso que es hora de terminarme la tostada, remangarme la
camisa y salir a la calle, porque algo se mueve y no me voy a quedar quieta…y
tú?
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