Autobuses atestados de adornos de navidad y paquetes con
lazos rojos, unos ojos al horizonte y mirada perdida, unos labios que se mueven
y susurran en el silencio del bullicio...
” hablemos de ruina y
espina / hablemos de polvo y herida / de mi miedo a las alturas / lo que quieras
pero hablemos //
de todo menos del tiempo / que se escurre entre los dedos…”
de todo menos del tiempo / que se escurre entre los dedos…”
…y se mueven con el aire de la nostalgia de un domingo de
otoño cualquiera. Zapatos de tacón y boina, podría ser París o Madrid, podría ser
diciembre, podría ser cualquiera.
Hora de bajarse, hora de iniciar los pasos, hora de cambiar de melodía y sonreírle al sol cara a cara, que cae en el horizonte de una ciudad que quiere despertar y no sabe cómo hacerlo. Taconear para que sus pasos suenen por encima de su nostalgia…y romper las cadenas de la convencionalidad y los manuales de sentimientos para saber que lo que siente no tiene manual. Y sí, da miedo, hasta estremecer el cuerpo como una caricia que se siente viva en un corazón endurecido en inviernos sin fin. Romper los muros de hielo para tocar la suave piel de su torso desnudo. Caminar, mirar hacia adelante en páginas en blanco aun por descubrir.
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