(publicado en Facebook el 07 de marzo de 2011)
Este año el día de la Mujer, el 8 de marzo, me tiene un olor
especial, un sabor diferente. En otros espacios, en próximos días, habrá
palabras más reivindicativas, de lucha, palabras que hablaran de
fuerza, de militancia; palabras que hablaran de clase y de género,
palabras de amor y solidaridad…
Pero este espacio lo voy a dedicar
ahora ha hablar de momentos, de sentimientos de llantos, de alegrías,
de cuidados, de amor, de sacrificios, de dedicación, de mujeres, de
madres…
Todas las madres son mujeres, no todas las mujeres son
madres, pero lo que si esta claro es que todas y todos hemos contado en
un momento dado con el apoyo incondicional y sacrificado de una mujer,
madre, abuela, hermana, tía o amiga…pero sea lo que sea se la ha querido
y ha actuado con un papel, con un rol: Madre.
Quiero reivindicar
ese papel, esa manera de sacarnos delante, de luchar y trabajar, de
sacrificar y amar sin decir nada, en silencio. En muchas, muchas
ocasiones se ha renegado de ese papel en aras del feminismo, mentira.
Feminismo, feminizarnos es convertirnos, compartirnos, crearnos, actuar y
ser en igualdad, con dureza y con sensibilidad con el poder y con el
amor feminismo es reivindicar que ellos también pueden amar y sentir al
igual que nosotras decidir y luchar… Por eso la importancia el
reconocimiento en este año a la Madre y porque sí, simplemente porque se
lo merecen.
Primero la mía, por supuesto, luego las Madres de las
personas que conozco, que han influido sus vidas, y de soslayo en la
mía (aunque no las conozca), porque ellas han construido grandes
personas.
Después y con igual fuerza las Madres del mundo, las que
sufren el golpe, las que migran para cuidar a los hijos de otras, las
que luchan en el mundo masculinizado y machista para el futuro de sus
hijas, las que pierden la memoria por la edad, las que tienen memoria
pero no las escuchamos, las que cocinan y las que no, las que planchan
las que nos enseñaron a tejer y a coser botones las que nunca trabajaron
en la Electra, nosotras tampoco lo hacemos, las que dicen te quiero con
60 años y las que no lo dicen nunca auque lo sienten.
Las madres
de las que aprendimos a cocinar y fregar, de las que aprendimos a ser
mujeres cuando llego el momento, de las que renegamos en la adolescencia
y a las que volvimos en la madurez, a las que llamamos para poner el
horno, a las que echamos de menos con un simple catarro, a las que
cuidaremos con devoción cuando haga falta, a las que las decimos que las
queremos, aunque no lo suficiente, con las que lloramos y con las que
reímos. Las que nos enseñaron a ser brujas y a no soñar con ser
princesas, las que construyeron nuestra independencia a fuerza de
sacrificio...
A las Madres del mundo este marzo un beso muy fuerte de alguien que es hija.